Ella unos 27 años, metro setenta, cuerpo esbelto entrenando
duramente en el gimnasio ante la atenta mirada de los distintos de los
distintos concurrentes masculinos del lugar. Él, un poco más alto que ella,
flaco, pelo larguito, pasando desapercibido en el lugar.
De pronto sale del gimnasio hacia otras dependencias del
club, y encuentra a su sobrina que había sito traída por unos amigos del
hermano.
El Pollerudo, se pone feliz y toma de la mano a su amada
sobrina y va para que salude a su novia en el gimnasio.
Ella estaba terminando de hacer femorales en la camilla.
Observa el ingreso de la pareja con ojos desorbitados. Pone su mejor sonrisa
ante la niña, la abraza, le pregunta con quien está, le dice que al día
siguiente tendrá un día de campo espectacular, pero que no podrá llevarla
porque le tendrá que pedir permiso al padre de la niña.
El Pollerudo observa la escena feliz, incrédulo de lo que le
pasará en pocos segundos.
Lleva nuevamente a la niña a la guarda de los amigos de su
hermano.
Regresa a la sala de musculación y se desata el vendaval.
Ella lo increpa: “como puede ser que tu hermano le da la niña a cualquiera ya
vos no…..como es que hasta te pide el auto prestado y después ni siquiera te
enterás cuando tu sobrina viene al club….porque tu hermano me odia??? Su señora,
la muy p……”.
El Pollerudo asiente en silencio.
Los concurrentes de gimnasio tratamos de mirar hacia otro
lado, olvidándonos de las curvas de la maltratadora, diciendo que suerte que no
la encontramos antes en la vida.
Tenemos ganas de salir en ayuda del Pollerudo, pero sabemos
que es una enfermedad que necesita un largo tratamiento, y no entendería en ese
momento la ayuda.
Ella sigue con su diatriba, nada le importa en la situación
que lo deja al Pollerudo, lo último que se escucha decir: .”..le tenés que
decir……”. El sigue asintiendo….
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