sábado, 18 de julio de 2015

El pollerudo orgulloso.


Los tiempos cambian. Y cuando decimos que cambian no significa que sea para peor. Simplemente quieremos decir que cambian.
Largas años atrás el hombre bajo ningún aspecto iba a poner como excusa que no concurriría a una reunión con sus amigos porque su esposa le podía hacer una escena. Manifestaba que debía terminar un trabajo que debía presentar ineludiblemente al día siguiente, que su Jefe lo iba a llamar por la noche por un asunto de vital importancia, alguna cita incomprobable previamente programada pero jamás iba a declarar que su esposa lo prefiere en casa para ayudar con distintas tareas o simplemente por que son reglas hogareñas a cumplir durante la semana laboral.
No estamos criticando al pollerudo que regresa al hogar donde ambos conyuges trabajan y tiene que colaborar con distintas tareas, estamos exhibiendo la conducta del pollerudo que observa a su esposa como una madre, y ni siquiera se anima a decirle que prefiere quedarse bebiendo un agua mineral con sus amigos en el club unas horas más para dialogar sobre la nada misma.
Estamos siendo espectadores perplejos de que prefieren la broma de los amigos ante que los gritos de su pareja, que no entiendo que se retraso sin malicia alguna. En este caso estamos advirtiendo un cambio. En épocas no tan lejanas bajo ningún aspecto el hombre prefería que su imagen se viera mancillada porque pensaran que temía las reproches que pudiere recibir por inofensivas conversaciones con amigos de la vida.
Al fin y al cabo, se siente orgulloso de la táctica de volver rápido para evitar la discusión, que le posibilitará un permiso para futuras salidas que nunca utilizará porque no sabría que hacer con ellas.

La pollera no se mancha es el lema del pollerudo, que cederá su libertad por ver sin reproches su programa deportivo de la semana…… si ella no le convence ver juntos en Netflix “Friends”…

sábado, 31 de marzo de 2012

Historias e hipótesis sobre pollerudos

El término pollerudo no suena extraño en el Río de la Plata, aunque el diccionario de la Real Academia Española lo haya pasado por alto. Por estas latitudes se designa pollerudo, según Arturo López Peña en su libro Teoría del argentino , editado en 1958, al hombre "fuertemente influido por una mujer (madre, esposa, novia); se refiere a la pollera o falda larga de las señoras mayores, común refugio de los niños"... Y de no tan niños: basta recordar que hace poco más de un año, en un acto oficial, el ministro Aníbal Fernández dijo al referirse a la señora Cecilia Pando: "Portadora de las expresiones de algún pollerudo que no se anima a decir las cosas", según registran los matutinos.
A juzgar por la cantidad de sinónimos que dedican en España al término, se ve que el concepto de pollerudo trasciende las fronteras: los autores de El arte del insulto (Editorial Península, 1997) enumeran algunos como manso , calzonazos , mameluco , maridazo , Juan Lanas , Blas Pollas , Juan Bragazas ... Según el estudioso español Pancracio Celdrán (autor de libros como Hablar con correción y el Inventario general de insultos ), Juan Lamas existió.
¿Pero qué significa ser pollerudo hoy? "Detrás de todo pollerudo hay una gran pollera que tememos perder -dice con énfasis fundamentalista el abogado porteño Alberto Peroni, de 47 años, tres veces casado-. Por eso recurrimos, por amor, al ventajoso Sí, querida , porque hay un momento idílico en la pareja en que se está bien, tan bien que uno no quiere gastar energía en detalles. Y si con ser pollerudo la cosa marcha, no me parece una mala opción, aunque me consideren el presidente del STP o Somos Todos Pollerudos . Creo que fueron grandes pollerudos Perón, Rosas, Mao, Lennon en su relación con Yoko Ono y, hoy, el príncipe Carlos."

La patrona manda

Hay más porteños que se consideran víctimas y, al mismo tiempo, sabios conocedores del tema. Como Mario Gabrielli, abogado soltero de 45 años que enumera las principales características de un pollerudo: "Rinde cuentas de todo lo que hace; define patrona o bruja a su mujer o a su señora (¡expresión de señorío!); pide permiso para gastar plata en algo que le gusta; se deja intimidar por las amenazas de abandono cuando no hace lo que su mujer quiere; deja que ella gaste plata y la justifica con La gorda es así, ¿viste? ; la acompaña a todas las reuniones, incluso a las que a él no le interesan; se viste como a ella le gusta (y con esas cosas que a uno, no); cambia el auto para que ella lo muestre a sus amigas; la lleva a reuniones que son compromisos comerciales; aprende a bailar salsa u otro ritmo que nunca le gustó".
Así, hoy "el hombre corre el riesgo de no ofrecer ninguna imagen masculina", daba cuenta ya en 1970 Eva Giberti en su libro Los argentinos y el amor . Páginas más adelante, advierte "la presencia de mujeres manejadoras, no demasiado dispuestas a permitir la valoración de lo masculino".

Un aliado

Puesta a definir al pollerudo, Enriqueta Costa, psicoterapeuta especialista en relaciones de familia, habla de "el hombre que no puede hacerse cargo de sí mismo y deja en manos de su mujer todo (su emocionalidad, la educación de los hijos, sus deseos), y la mujer pasa a ser la madre de este marido u hombre. Pero estos paradigmas se van rompiendo. Hombres y mujeres hacemos lo posible por encontrar otros lugares, en medio de un profundo replanteo del ser hombre o mujer. El pollerudo pudo empezar a dibujarotro lugar más par, más de compañero, más alineado en una energía femenina, sin abandonar su masculinidad. En general, las mujeres valoran mucho este lugar, ya que tienen la sensación de contar con un verdadero aliado en la vida".

Pobres muchachos

Durante el tumultuoso 1968 surgió, entre los movimientos de liberación femenina, un grupo de mujeres norteamericanas que constituyeron la Society for cutting up men, SCUM (sí, una sociedad para eliminar a los hombres). Este exótico movimiento fundado por Valerie Solanas, la misma que en cierta oportunidad había tratado de matar a tiros a Andy Warhol, propugnaba la eliminación sistemática del hombre o su reducción a la esclavitud. Decía que el hombre era un accidente biológico. "Ser macho es ser deficiente, emocionalmente limitado. La masculinidad es una enfermedad", agregaba, convencida.
En Las negociaciones nuestras de cada día , la psicóloga Clara Coria, especialista en temas tales como las negociaciones y el amor, dice: "Por cada mujer que está cansada de actuar con debilidad, aunque se sabe fuerte, hay un hombre que está cansado de parecer fuerte cuando se siente vulnerable. Y por cada mujer que está cansada de actuar como una tonta hay un hombre que está agobiado por la exigencia constante de saberlo todo".
Y, sí, tal vez poco sea como parece. En el libro Amor se escribe sin hache , el escritor español Enrique Jardiel Poncela escribió: "En amor, la mujer que se deja vencer por un hombre, triunfa sobre él".
Alejandro Schang Viton

Pollerudos y algo más

“En amor, la bondad produce ingratos; la ternura, tiranos y la buena fe, pérfidos”, sostenía Madame Riccoboni. Por su parte, el escritor Bernard de Fontenelle sostenía que “con mucho talento, bastante belleza y poco amor puede una mujer gobernar a su antojo al hombre más altivo e indomable de la tierra”. De todas maneras, se asume, como lo hizo la seductora y reflexiva Ninon de Lenclos, que “se necesita más talento para hacerse amar que para dirigir una batalla campal”.
En tanto, José Ortega y Gasset dice que “el argentino es un Narciso, que se ha fabricado para su uso una magen de perfección y ha quedado hechizado por ella. Esto no es grave, lo grave radica en que no hace nada por llegar a ser lo que quiere ser, y se conforma con verse reflejado en el fantasma de su propia creación”.
Además, aquí pasó algo así como lo describe Erica Jong con su gracia habitual en ¿Qué queremos las mujeres? “Descubrimos que las mujeres éramos más capaces de educar al hombre que de encontrar los que nos educaran. Pasamos cuatro décadas en la creencia de que éramos débiles (por lo tanto, necesitadas del apoyo masculino). Progresivamente nos dimos cuenta de que éramos fuertes. Descubrimos que los hombres de nuestras vidas dependían de nosotras más que nosotras de ellos. Empezamos buscando padres y acabamos encontrando hijos. Estábamos preparadas para disfrutar las delicias de ese tipo de relación, pero nos dimos cuenta de que había que pagar un precio por ello Lo que solía resultarnos difícil era encontrar verdaderos compañeros”. Más adelante, Jong concluye: “El hombre perfecto deja más propina, critica menos y jamás pondría el aire acondicionado en invierno... Es, después de todo, aquel que ve lo mejor de tí y que te apoya en sus convicciones, incluso cuando empiezas a dudar de ellas. Porque ama todo lo que eres y lo que puedes llegar a ser, su perspicacia te ayuda a ser verdaderamente tú misma y mientras creces, segura de tí misma en su amor, reflejas generosamente lo mejor de él”.
Por su lado, Paul Geraldy, autor de El amor y el Hombre, comenta: “Cuando nos aman, no es en verdad a nosotros a quienes aman. Pero un buen día es, sí, a nosotros a quienes ya no aman. Aconseja, ocúpate de ella. Inclínate sobre ella.Háblale de ella misma. Haz por ella lo que puedas. ¡Es tan agradable una mujer feliz!”.
Y en Mujeres Malas y Perversas, la autora, Rosa Santidrián Padilla, enumera entre esas mujeres poderosas a Tania, la guerrillera mítica del comando del Che Guevara. Inmelda Marcos, la dictadora que coleccionaba zapatos. Evita Perón, polémica como Margareth Thatcher, la famosa dama de hierro. La india Phoolan Devi, la llamada reina de las ladronas. Chiang Ching, compañera de Mao.
Interrogado Sócrates sobre si era mejor el tener mujer o no, contestó: “El que haga cualquiera de las dos cosas se arrepentirá”.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/940819-historias-e-hipotesis-sobre-pollerudos

domingo, 25 de marzo de 2012

Historia del gimnasio 1

Ella unos 27 años, metro setenta, cuerpo esbelto entrenando duramente en el gimnasio ante la atenta mirada de los distintos de los distintos concurrentes masculinos del lugar. Él, un poco más alto que ella, flaco, pelo larguito, pasando desapercibido en el lugar.
De pronto sale del gimnasio hacia otras dependencias del club, y encuentra a su sobrina que había sito traída por unos amigos del hermano.
El Pollerudo, se pone feliz y toma de la mano a su amada sobrina y va para que salude a su novia en el gimnasio.
Ella estaba terminando de hacer femorales en la camilla. Observa el ingreso de la pareja con ojos desorbitados. Pone su mejor sonrisa ante la niña, la abraza, le pregunta con quien está, le dice que al día siguiente tendrá un día de campo espectacular, pero que no podrá llevarla porque le tendrá que pedir permiso al padre de la niña.
El Pollerudo observa la escena feliz, incrédulo de lo que le pasará en pocos segundos.
Lleva nuevamente a la niña a la guarda de los amigos de su hermano.
Regresa a la sala de musculación y se desata el vendaval. Ella lo increpa: “como puede ser que tu hermano le da la niña a cualquiera ya vos no…..como es que hasta te pide el auto prestado y después ni siquiera te enterás cuando tu sobrina viene al club….porque tu hermano me odia??? Su señora, la muy p……”.
El Pollerudo asiente en silencio.
Los concurrentes de gimnasio tratamos de mirar hacia otro lado, olvidándonos de las curvas de la maltratadora, diciendo que suerte que no la encontramos antes en la vida.
Tenemos ganas de salir en ayuda del Pollerudo, pero sabemos que es una enfermedad que necesita un largo tratamiento, y no entendería en ese momento la ayuda.
Ella sigue con su diatriba, nada le importa en la situación que lo deja al Pollerudo, lo último que se escucha decir: .”..le tenés que decir……”. El sigue asintiendo….